lunes, 21 de octubre de 2013

Tradiciones asturianas en la naturaleza de Los Oscos


Tradiciones asturianas en la naturaleza de Los Oscos


Es posible que si le mencionan Los Oscos no conozca su ubicación. 
Muchos tampoco habían oído hablar de este concejo asturiano hasta que lo vieron anunciado en una revista cuando leían un reportaje sobre las tradiciones artesanales de esta zona



Lo que es seguro es que si decide incluirlo como próximo destino, cuando esté cerrando sus maletas para retornar a su hogar y escuche las campanas del Monasterio de Villanueva, ya estará planificando su regreso. 
Villanueva de Oscos es un pequeño pueblo de Asturias que se encuentra a los pies de la sierra de La Bobia.
Y si decide subir a la cima, bien con tu vehículo o realizado una ruta señalizada verá un paisaje de esos que te dejan casi sin respiración. Puede llegar hasta Murias con el coche e iniciar la ruta desde esta pequeña aldea por un sendero que le llevará hasta el Pico de Murias.


Arriba, en la cima, cuando coronas el puerto de montaña podrá casi abrazar a las mismas nubes o intentar avanzar, muy despacio, entre la densa niebla. Si tiene suerte de que el día esté despejado podrá contemplar un baile de montañas redondeadas a su alrededor 






Montañas, prados de un verde intenso, olor a tierra mojada, senderos pecuarios… ¡

y muchos caballos en libertad! 


Esos pequeños asturcones que cuando te ven aparecer salen casi al trote huyendo de ti.



No ocurre lo mismo con sus compañeras de pasto, porque las vacas hacen todo lo
contrario. Tenga mucho cuidado porque si van caminando por la carretera no se van a apartar para dejarle pasar. Al contrario, le pueden hacer sentir mucho respeto si giran sus enormes cabezas y le miran con cara de pocos amigos. Aunque no le van a hacer nada. 


Los Oscos no es una zona muy turística lo que la convierte en destino ideal para todos aquellos que buscan un viaje diferente, lleno de experiencias culturales y naturalespero también de tranquilidad y sosiego. Está formada por pequeños pueblos y senderos alejados de todo y donde solo el rumor del agua…¡siempre el agua! te puede despertar de esa ensoñación. Si le gusta la naturaleza, conocer otras tradiciones y culturas, convivir con las gentes de entornos rurales, es muy posible, casi seguro, que en Los Oscos se encuentre muy
bien.


Que regrese de su viaje recargado de esa energía que transmite este lugar. Incluso no le llame la atención si por unos días habla con esa entonación tan especial que tanto gusta de los asturianos…

Estampas pintadas de verde donde el agua discurre caprichosamente por los riachuelos, ríos, manantiales, cascadas (seimeiras) y embalses.
Porque si hay algo que abunda en Los Oscos es el agua. Líquido elemento que fue la base de subsistencia de todos estos pueblos y aldeas durante siglos.
Agua que utilizaron para moler el grano o para fundir metales tan abundantes en esta zona como el hierro. Y si nunca has visto como funciona un molino de agua; como se amasa el pan; como golpea un batán el tejido o como se funde el hierro y el herrero le da forma, en esta comarca lo podrá presenciar en directo.



Gracias al espíritu emprendedor y muy luchador de algunos artesanos, estos


oficios que están prácticamente extinguidos en muchas zonas de España aquí siguen


vivos. Una buena alternativa que nos ofrece Los Oscos. Porque no solo puede

disfrutar de varios senderos señalizados alrededor de bosques y ríos si no que podrá
visitar unos museos muy especiales. ¡Sí!…en esos donde sí se puede tocar. Uno de sus museos del agua, Mazonovo, que se encuentra entre un paisaje espectacular. Un museo dónde va a salir manchado de harina si quiere experimentar Ud. mismo como se molía hace miles de años
.
 
Si llegamos desde el centro de la Península, el acceso desde San Martín de Oscos va a ser impactante. Y no precisamente porque tengamos que pasar por algún puerto de montaña de esos que te dejan medio paralizado, si no porque la carretera se estrecha y entra en un bosque muy denso donde apenas se filtran los rayos del sol. 

Los árboles se cierran en lo alto como formando una arcada. Intentamos ver más allá de la vegetación pero tan solo podemos adivinar la presencia de algún río por el rumor del agua. Se trata del río Vilanova que juguetea al ritmo de las curvas.
Cuando nuestra vista se ha acostumbrado a esta semipenumbra, de pronto, el valle se abre y nos deja ver una naturaleza tranquila salpicada de pequeños pueblos de madera, piedra y pizarra.

Pequeñas construcciones que supieron fundirse con el entorno.


Los Oscos también es un paraíso de hórreos porque aquí se necesitaban para almacenar el grano

Una comarca que tiene una propia personalidad marcada por el entorno natural que le obligó a cultivar sin poder escoger muchas más alternativas. Porque sus montañas y sus valles siempre terminan encajonándose o abriéndose al capricho de la naturaleza. Un caserío aquí y otro allá, en la ladera, en el valle, en la cima…

Paraíso también de mazos y ferrerías que nos trasladan a un pasado no tan lejano cuando funcionaban a pleno rendimiento
.


Paraíso de dólmenes, castros celtas y minas romanas. 

Paraíso de riachuelos, gargantas, cañones, cimas y bosques de robles, castaños y abedules. 
Todo un lienzo de imágenes, sensaciones, aromas y sonidos que nos provoca tener la sensibilidad a flor de piel. 

Los Oscos fue ese territorio ‘olvidado’ que ha existido en algunas regiones españolas. Quizás por su naturaleza tan abrupta, por su lejanía con Oviedo y por su cercanía física y sentimental con los límites gallegos. Por eso sus
habitantes tuvieron que aprender a subsistir con lo que le regalaba la naturaleza.

Vamos a visitar el Ecomuseo del pan. Otro museo donde sí se puede tocar y, a demás, te invitan a ello, porque quieren que conozcas, experimentes y disfrutes. 

El Ecomuseo se encuentra a un kilómetro proximadamente de Villanueva de Oscos en un caserío al lado del río. 
Aquí podemos pasear libremente por los campos donde cultivaban el cereal.

Recorrer un sendero a través del tiempo donde las espigas doradas al sol eran recogidas, malladas, almacenadas, molidas y horneadas. 

Huele a leña mientras atendemos lo que nos cuentan. 

Porque el pan fue el alimento principal de estas aldeas durante siglos. 

Muchas vivencias personales a base de trabajo, sudor, alegrías, fiestas y fracasos. 

Todo un ritual que se repetía año tras año y que labró el carácter tan particular de Los Oscos. 

Nos contarán secretos sobre el cultivo, la diferencia entre un grano y otro, 

como se utilizaban los aperos y, entre curiosidad y relato, incluso puede cantarnos alguna canción de aquellas que los mozos cantaban a las mozas… 

Nos enseñará la máquina de mallar. Aquella que cuando la ponían en marcha llenaba el valle de humo negro. Y con ella, separaban el grano de la paja. Ésta caía en la tierra y era recogida por el palilleiro que formaba con ella haces de paja para transportarlas donde mandara su propietario. 

Si había grano verde se daba como alimento al ganado. Antes de inventarse la malladora, los campesinos trillaban la paja con unos palos unidos con una cuerda. Extendían las espigas en el suelo y las golpeaban. Luego, recogían la paja, la guardaban en montones y una vez seca la utilizaban para dar de comer a los animales. 

En Los Oscos se mallaba durante el otoño para tener una gran cantidad de harina durante los fríos y duros inviernos. 

En la malladora trabajaban unas veinte personas. Esta máquina no pertenecía al pueblo si no que iba trasladándose de uno a otro para utilizarla en toda la comarca. 

El grano se limpiaba de impurezas y se trasladaba al hórreo donde se almacenaba y se dejaba secar hasta el momento de la molienda. 

Pasaremos a ver el molino de agua. Una casa de piedra y madera al lado del río. 

Aquí nos explicará el funcionamiento del rodezno y las piedras que muelen el grano. Nos contará que en la tolva solamente podían echar medio kilo cada vez lo que provocaba que cada familia necesitara varias horas para moler su cosecha.



Después entraremos en una sala pequeña donde hay varios utensilios y aperos diferentes que se utilizaban para el cultivo y mallado del trigo. 



 





Mientras, escuchamos el chisporroteo de las llamas en el llar. Terminamos nuestra visita con el amasado y horneado del pan. nos describen los secretos de la masa madre y del amasado ya que hay que realizar 






ciertos movimientos determinados.


El horno ya está limpio de brasas. Nos cuenta el truco para conocer si tiene la temperatura justa: los laterales de las paredes por su parte superior tienen que tener un color diferente al resto. 







Se han preparado 45 kilos de harina a la que ha mezclado agua y la masa madre. La 

tiene guardada en un arcón de madera. Va cortando trozos con una especie de cuchilla

muy ancha y los coloca en una mesa de madera. Allí le da forma al pan y lo va metiendo en el horno ayudada por una pala.







Hemos pedido un bollo preñao y una hogaza de pan así que tendremos que esperar a que se horneen.









 








Mientras, podemos salir al exterior a pasear por los alrededores o charlar con el resto de visitantes.













ulminamos nuestra visita con un picnic en el área recreativa que hay al lado del museo.










 Seguro que no hemos comido un pan tan bueno como éste…










Y terminamos nuestro día descansando en algún alojamiento rural de la zona.

Por ejemplo. Un coqueto hotel rural que, seguro, le encantará. Y ya no solo por el edificio si no por el trato de los dueños. Sin palabras. Le van a tratar

como si fuera de la familia. Y es que así lo sienten y disfrutan con ello. Son grandes profesionales.


El hotel Oscos se halla en Villanueva de Oscos. Su edificio construido en pizarra y madera ya da sensación de calidez al verlo desde el exterior. No te preocupes

por el hecho de que está al lado de la carretera porque tu descanso no lo va a perturbar nada más que el rumor del río si es verano y tienes la ventana abierta.

Incluso las campanas del Monasterio de Villanueva no suenan por la noche.















El hotel tiene una pequeña tienda donde puedes encontrar cualquier cosa que necesites; una sala de desayunos y un restaurante en el edificio contiguo.





El desayuno es un auténtico lujo para el paladar pues te van a ofrecer diferentes

dulces caseros, zumo de naranja natural, café, leche, tostadas...Y cuando ya estés a

punto de levantarte puede ser que aparezca José Manuel para interesarse por tu viaje y

darte algunos consejos y recomendaciones si lo pides.








Una atención que va más allá de un negocio y que la convertirás en una experiencia más para recordar de este viaje a Los Oscos.





Quedan muchos sitios que describir para que pueda disfrutar de esta zona.

Pero lo dejaremos para la próxima vez …


Ecomuséo del pan

lunes, 14 de octubre de 2013

La Ruta del Alba


La Ruta del Alba es una senda en el concejo de Sobrescobio en Asturias


Ruta del Alba


La Ruta del Alba es una senda perteneciente al concejo de Sobrescobio en Asturias e incluido en el Lugar de Importancia Comunitaria de Redes.


Ruta del Alba


Sigue el recorrido de la vieja pista minera del Camín de Llaímo de 7 km que a su vez es fiel al cauce del río Alba, río del que toma la ruta su nombre. La ruta del Alba comienza en Soto de Agues junto a un lavadero y atraviesa las Foces de Llaímo en el monte del mismo nombre y termina en la Cruz de los Ríos en donde, en medio de la vega, hay un antiguo refugio de caza.


Ruta del Alba 


Esta ruta está catalogada como un Monumento Natural, Zona de Especial Protección para las Aves homónima e incluido en laReserva de la Biosfera de Redes por su fauna que incluye: como flora representativa: hayas, tilos, tejos y escuernacabras, así como musgos y líquenes y como fauna: nutrias, águilas reales, mirlos acuáticos y truchas.


Ruta del Alba


Ruta del Alba 


Ruta del Alba (Cargadero Mina Carmen) 


 Ruta del Alba (Cargadero Mina Carmen)


Ruta del Alba (Foces de Llaimo)


 Ruta del Alba (Foces de Llaimo)


Ruta del Alba (Puente de la Pontona) 


Ruta del Alba (Puente de la Resquiebra) 


Ruta del Alba 


Ruta del Alba


Ruta del Alba 


Soto de Agues - Cruz de los ríos
El punto de inicio de esta senda se localiza en Soto de Agues, localidad que el río Alba divide en Soto y en Agues. Antes de iniciar el camino debemos llenar la cantimplora en la fuente del lavadero, ubicado en la zona que los lugareños llaman La Cuesta. Es conveniente caminar con tranquilidad para ir disfrutando del paisaje que aparece a ambos lados de la senda.

Al poco del comienzo se encuentran las instalaciones de una piscifactoría de trucha. Desde la propia senda se puede estudiar y casi adivinar el procedimiento productivo. Continúa la marcha y se comienza a escuchar el río Alba, que se acerca a la senda a la altura del kilómetro 1,4, coincidiendo con la zona del puente Precia, lugar donde termina otra pequeña senda que parte del barrio de San Andrés de Agues.

Dejando atrás el puente Precia, la ruta atraviesa el fondo de valle entre el Xierrón de Xarioz y la peña Los Cavalinos, pasa junto a las ruinas de un antiguo cargadero de minería de hierro, que se delata con su color rojizo. Llega a la zona de El Campurru y ya se divisa la desembocadura del reguero Retortoriu, que da nombre al final de la senda.

El camino discurre entre altas paredes verticales y bordeando un arroyo torrencial en el que se suceden cascadas, rápidos y pozos.

La ruta cruza dos pequeños puentes de medio punto hacia un tramo de camino estrecho y excavado en la roca que nos lleva a la Cruz de los Ríos.


Ruta del Alba (Fuente del Lavadero)


Ruta del Alba 


Ruta del Alba 



Ruta del Alba 



Ruta del Alba


La Ruta del Alba, bosques, agua y roca en estado puro 


La Ruta del Alba, en Asturias, es una poesía de la naturaleza que funde agua, roca y bosques. Un rincón que hace reaccionar todos nuestros sentidos y que te atrapa cuando lo recorres. Una vez lo hayas hecho, será difícil, muy difícil, que lo olvides.





No se puede dejar de mencionar la Ruta del Alba Porque es una ruta maravillosa para conocerla, recorrerla y lo sentirla 

Este es uno de los espacios naturales que vale la pena conocer si viajas a Asturias. 

Lugar, que con sus bosques caducifolios, es especialmente atractivo recorrerlo en otoño. Los verdes más intensos del verano se van tornando amarillentos y anaranjado





Crean un espacio natural lleno de tonos nostálgicos y seductores que se entremezclan con los saltos de agua, pozas cristalinas, cascadas y un impresionante desfiladero por el que tendremos que avanzar para llegar al final de la Ruta del Alba. 

Con este nombre tan atractivo que tiene la ruta, ¿te apetece recorrerla? 

Se inicia la andadura en el pintoresco pueblo de Soto de Agues. Aquí, podemos pasear por sus calles empredadas y disfrutar haciendo fotos a sus bonitas casas de piedra y madera teñidas de flores y a algunos hórreos que también conservan. 

Al final de él, nos encontraremos con un puente y carteles de madera que nos indican que nuestra ruta se inicia en este punto.



Al principio andaremos por un camino que rompe un poco la estética del entorno al estar hormigonado. Es un espacio bastante abierto donde podemos admirar un paisaje lleno de prados, montañas, las vistas al pueblo que dejamos atrás, vacas…




Después de alcanzar una piscifactoría de truchas el camino se irá estrechando poco a poco y nos encontraremos a nuestra izquierda un puente de madera que nos llevará hacia unos extensos prados.




Un puente que será difícil resistir la tentación de no cruzarlo o detenerse en mitad de él y dejarse hipnotizar por el recorrido tranquilo del río Alba. Lo crucemos o no, deberemos seguir por el camino que llevábamos.




Una mina de hierro abandonada a la derecha nos advertirá que va a comenzar nuestra aventura. Andamos por un sendero que nos lleva a lo más profundo del desfiladero del río Alba. Tomamos aire, respiramos profundamente y ponemos en alerta todos nuestros sentidos.





Según vayamos avanzando por este rincón donde apenas entra la luz del sol nos parecerá que estamos adentrándonos en un bosque de hadas. Detrás de cualquier roca o haya puede sorprendernos alguna xana o ¡el temido cuélebre!



Nuestras pisadas crujen entre las hojas secas, las piedrecillas del camino y las ramas muertas. Y como música de fondo, el rumor implacable del río Alba que unas veces aparece juguetón y acompasado y otras violento y ruidoso.







Avanzamos por el desfiladero que va estrangulando al río y al sendero. Las paredes de la montaña se nos acercan cada vez más. Pero nosotros estaremos entretenidos viendo las numerosas pozas oscuras y los saltos de agua que el río debe superar en su camino al Cantábrico.






En el fondo de esta espectacular belleza los protagonistas son los helechos, los troncos muertos al lado del camino tapizados por el musgo y las rocas esponjosas y verduzcas. Seguramente que, de estas formas de la naturaleza, nos podemos imaginar algún animal o ser mitológico.

Cuando hayamos cruzado el río dos veces la ruta nos estará indicando que estamos llegando al final.

Y cuando parece que de pronto todo se acaba, arriba, en lo más alto, el paisaje se abre y llegamos al silencio vestido de verde llamado la Cruz de los Ríos.




Rodeados de montañas, extensos prados, bosques, alguna vaca y una braña solitaria nos encontraremos muy alejados de la realidad.



Disfrutaremos del momento. Podemos descansar, fotografiar o grabar en la memoria todas las imágenes que nos rodean para poderlas recordar.

Después, volveremos sobre nuestros pasos para regresar por la Ruta del Alba. Aquí, donde el secreto de esta ruta solo la conocen los más privilegiados, ¡mágica por siempre! 

Bajaremos hacia Soto de Agues para ir retornando, poco a poco, a la realidad…